Yo, tan lluvia y tan sol siempre.

2 sept 2014

R.

Me dijeron que una retirada a tiempo te evitaba la caída, pero lo único que hace es hacerla más llevadera, menos brusca. Se convierte en una caída tan lenta que se puede oír el silencio de el propio vacío. Como ese silencio te invade por momentos mientras crees que es pasajero. Que igual que entra sale; simple oxigeno convertido en dióxido. Pero cuando la caída lleva esa velocidad el silencio se te implanta en el pecho para (casi) siempre. Y es tan cómodo llenar el vacío con nada y con todo a la vez que resulta agradable, incluso más placentero que el amor o la venganza. Podría resumirlo todo en una palabra; neutro. Estoy neutro por dentro, por fuera, delante detrás y más allá de mi. Soy mi puto cero a la izquierda.
Me alegro de retirarme, de ser capaz de ver más allá de la idealización. De, incluso, haber llegado a la dura y negra realidad de todo esto, a tu verdadero yo. Sin maquillaje ni rols, como levantarse un domingo de resaca. Era cuestión de tiempo que mi silencio creciera y se apoderará de mi. Días meses, no años pero.
Diría que he intentado salvar mi cuerpo de él, pero me he dejado llevar de una forma tan natural que vivo anclado. No tengo salvación ya. No tenemos salvación alguna.

Y es que nos estamos convirtiendo en los habitantes de nuestro propio silencio.

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