Malas tarde y peores buenos días.
Lluvias torrenciales, pero sin suficiente agua.
Pesimismo bañado en té de limón.
Sin azucares ni kilos de más.
Que las calorías engordan. Las risas arrugan.
Y los cincuenta años me quedan muy lejos.
Tanto como no verme en los espejos.
Porque odio Octubre y su mala leche,
caliente para el café, pero fría para las penas.
Que son pocas, pero muchas se ocultan tras lentillas para oír mejor.
Un tira y afloja con pies descalzos y
finalmente Diciembre llamando a la puerta.
Porque, como cada año, se ha dejado las llaves dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario