Yo, tan lluvia y tan sol siempre.

27 oct 2012

Jubilarse con trece años antes de morir ahogado a los veintidós y medio.


Bañando silencios en café y callando galletas. Un adiós. ¿Adiós? No hay nada más triste que eso. Porque un hasta nunca es hasta nunca. Pero adiós, ¿hasta qué? Hasta la próxima declaración de amor decías. ¿Y como podría nunca caber el amor en una carta, si no me cabe ni en la cabeza?

Vamos, no me jodas. 

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