Yo, tan lluvia y tan sol siempre.

13 nov 2012

Mis ideas son humo de mi propio incendio.


Cuando su silencio se hacía demasiado bajo, él no dudaba en preguntarle lo que quería saber de ella. No tenía miedo de equivocarse en las respuestas, o mostrar demasiado dentro. Eran hechos diferentes, tiempos distintos, uno cuidaba, el otro defendía, pero nunca trataban de salvarse de eso que muchas veces definimos como dolor. No tenían que estar siempre de acuerdo con lo que veían. La visión de cada uno estaba hecha de las cosas que creían. Por eso entró antes de irse, miró alrededor para no juzgar nada de ella, de lo que ella veía. O estaría destruyendo todo en lo que cree. Pero tuvo miedo de conocer el verdadero yo de esa pequeña mujer, con lo que finalmente la hubiera amado. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario