Nunca te he cobrado una de mis sonrisas, ni las tuyas, aunque debería. Todos los semáforos están en rojo permanente y no sé si es por el vértigo o la velocidad, pero me muero de hambre. Has venido a minimizarlo todo. Cómo si yo no fuera pequeña ya. Pero no puedo olvidar que venir es volver, y volver es haberse ido. Perdóname cariño, yo nunca he sabido hacer bien esto de mentir. Tranquilo, sé que no sabes dónde esta Roma, que por eso no me llevaste, pero que tenias los billetes comprados. Para irnos en navidad. Aunque la navidad no sea feliz, ni Roma tampoco. No juzgo, sólo es ironía empapelada. Tal vez debería dejar de escribir esto y hacerme un té. Que no pique ni escueza, aunque cure. Si ya no me quedan excusas al final de la semana. Que es domingo y aún no sé como sacarme el olor a fracaso personal. Y por eso y mil cosas más hoy hace demasiado frío, aunque todo el mundo ahí fuera muera de calor.
Así que lo siento, pero no me quedo.
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